domingo, 7 de octubre de 2018

La muerte del soldado republicano "Muerte de un miliciano"



La historia la fotografía que tomó Robert Capa conocida como "Muerte de un miliciano", tomó lugar gracias a que el 5 de septiembre de 1936, un mes y medio después de que comenzara la Guerra Civil, un miliciano anarquista de 25 años, algo bravucón, murió en un cerrillo cordobés de un balazo disparado por un francotirador marroquí. A muy pocos metros, metido en una trinchera, el fotógrafo húngaro de 23 años que nació con un dedo meñique de más, simpático, mujeriego y valiente, disparaba su cámara en el mismo segundo, apuntando al mismo soldado. El miliciano, Federico Borrell, murió en el aire; el fotógrafo, Robert Capa, se escondió en la trinchera sin saber que acababa de hacer la foto más famosa de la Guerra Civil y se volvió a levantar poco después para, jugándose el pellejo, retratar a otro anarquista que también moriría en el mismo sitio un minuto después.
Además de tener una composición muy limpia, la imagen es muy sencilla y, por lo tanto, sintética. Muestra a un miliciano en el instante que cae con los brazos abiertos y la cabeza inerte. El cuerpo quedó detenido en el instante de su caída como si el aire lo sostuviera. La lectura es inmediata: ha sido alcanzado por una bala nacionalista y suelta su fusil mientras muere. No hay más escenografía que la ladera de un cerro con algunos rastrojos secos de una reciente cosecha. La historia que sintetiza a la sencillez de la composición produce una imagen vigorosa que tiene todos los elementos para inscribirse en lo que Henri Cartier-Bresson —otro fotógrafo de la época— llamó "el instante decisivo". Éste puede definirse como la sincronía de un hecho que está en proceso de desenvolverse con la capacidad del fotógrafo para crear una representación del momento, para lo cual debe poner todos sus sentidos, razón y sentimientos (cerebro, ojo, corazón) en ello. Esta capacidad para representar toda una historia, a partir de capturar un breve instante de realidad que transcurre en el espacio tiempo, es precisamente la diferencia entre un buen fotoperiodista (otro término inventado por Cartier-Bresson) y un operario cualquiera de una máquina de hacer fotos. Cartier-Bresson sabía que ninguna imagen fotográfica es inocente.
La fotografía de Borrell, conocida a partir de entonces como El soldado caído, estaba destinada a convertirse en un icono de la Guerra Civil y de cualquier guerra gracias a su incomparable potencia simbólica. También a arrastrar la duda de haber sido falseada, debido, entre otras cosas, a su extraña y visceral perfección, a su oportunidad inaudita al retratar el instante mismo de la muerte del soldado en un soleado páramo español. Paralelamente a la publicación del libro de Knightley un periodista se desató un debate grande sobre la veracidad de la imagen de Capa, asunto que todavía sigue en discusión tras el "descubrimiento" de los rollos, en 1995, de la llamada "Maleta mexicana", quizá por las sensibilidades implicadas. Al parecer, Capa pidió a los milicianos que realizaran algunas acciones como si fueran de batalla en unas trincheras durante la hora de la siesta. 
Knightley en 1975 hizo un experimento y decidió cambiar el pie de foto original publicado en Lifepor el siguiente: “Un miliciano resbala y cae mientras se entrena para la acción”. El sentido de la fotografía cambiaba solo con el texto.
De acuerdo con Rebeca Monroy, fotógrafos como Capa renovaron los medios impresos para darle cabida a la fotografía como parte esencial de la información gráfica, con un lenguaje propio y con un latir intenso entre las páginas de diarios y revistas nacionales y extranjeras y que el fotógrafo de prensa siempre va a buscar que su imagen sea veraz o verosimil, ya que a través de ellos se difunden imágenes que sean publicadas para después pasar a se documentos para se consideren creíbles. En este caso, la fotografía es de caracter verosimil porque ha sido objeto de investigación, ya que no se sabe si es verídica.
En todo caso, sea realidad o montaje, ocho décadas después de que Capa presionase el obturador de su cámara, los expertos la califican como una fotografía "imperfectamente perfecta". Con fuerza, dinámica y, sobre todo, muy simbólica. Un ícono del fotoperiodismo. 



Muerte de un miliciano. Foto: Robert Capa (1936)

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